sábado, 16 de marzo de 2013

DIÁLOGO DE GENERACIONES:



DIÁLOGO DE GENERACIONES:
  En una de esas noches de invierno, que dan tiempo para que ocurran muchas cosas; un anciano preguntaba a su nieto sobre los proyectos que tenía para cuando llegara a ser mayor.
  El viejecito,  “Tío Amador” se quedó perplejo al escuchar de su pequeño decir que su ilusión sería ser labrador como fue su padre,  y como lo fueron sus abuelos.
  Al hilo de este deseo, Tío Amador aprovechó para hablarle de los trabajos  y  bondades de esta augusta profesión.
 -Pero, Pablito. ¿Sabes tú lo que se necesita para ser labrador?
  Mira  que es un trabajo duro. Que no sabe de horarios que no sean los de sol a sol.
  Y yo no he visto a ningún agricultor como yo, hacerse rico por mucho que haya trabajado.  
  De siempre oí decir: “Si quieres que tu huerto sea un tesoro, trabajarás como un moro

   Claro está, que en los tiempos que  vivimos, en el que el dinero rápido es lo prioritario; hemos visto que muchos familiares y conocidos dejar el arado y cambiarle por la fábrica de las ocho horas diarias y el salario mensual.                                                                                                                                            
¡Ya no es la agricultura de antes!
 Hoy se  necesita tener mucha tierra y maquinaria adecuada.

  Los agricultores que siguen en esta labor, se parecen poco a los que como yo fuimos siervos de la tierra  en otros tiempos. Nosotros, teniendo unas pocas fanegas de tierra donde sembrar, un par de vacas de labranza, un carro y un arado en casa, ya era suficiente para ser agricultor.
  Eso, y saber tratar la tierra, era nuestro catecismo rural para obtener buenas cosechas.

  (Pablito le escucha con suma atención. Se da cuenta  de lo poco que conoce del labrador tradicional como su abuelo. Por eso sigue la conversación)
- Abuelo, alguna vez te he oído palabras como: Roturar, surcar, alzar, binar, abonar, esparramar, bañar el trigo con «piedralipe», amelgar, escavar, podar, segar, “amorenar”, aparvar, beldar, encerrar el pan…                                                                                                                                                        ¿Qué significan? -Algunas palabras ya no se usan y otras no las comprendo.
 -¡Cómo no! (Respondió el abuelo con una sonrisa).                                                                                                                    -Pregunta, pregunta.
  (El Abuelo fue solventando a su modo, una a una, todas sus dudas)
Roturar- Labrar por primera vez un erial o monte descuajado para luego sembrar.
Surcar – Hacer surcos en la tierra con el arado
Alzar – Labrar la tierra que ha estado sembrada anteriormente.
Binar – Dar una segunda vuelta a la tierra antes de sembrar en ella.
Esparramar – (en zona de Saldaña)- Extender el abono que está en pequeños montones llamados “morillos”.
“Piedralipe” (vulgarismo)(= “piedra lipes” - vitriolo o sulfato de cobre, de ahí su color azul). Con ese sulfato diluido en agua, se bañaba antiguamente el trigo poco antes de sembrarlo.
Amelgar – Señalar con surcos o piedras las franjas de tierra para sembrar a boleo con regularidad.
“Amorenar”- (localismo) Juntar la mies segada en montones llamados morenas.
Aparvar – Recoger en un montón la mies ya trillada.
Beldar – (= aventar) -Separar el grano de la paja lanzando la parva al aire.
Encerrar el pan – Meter el grano en la panera.

  (El abuelo, al acabar de explicar estas palabras, estaba contento. Y añadió:)
  -Hoy en día se habla de tractores, cosechadoras, gasoil; de herbicidas y otras cosas más modernas.
  -Pero abuelo. No  es menos cierto que hemos progresado. (Dijo el pequeño).                                                                 Los que han permanecido siendo labradores, también han mejorado. ¿No?
  (Y, tras un momento de silencio y reflexión… EL Tío Amador exclamó:)
  -¡Qué duda cabe!
  (El abuelo siguió hablando. Estaba en su salsa.)
  La agricultura es la de siempre, pero, hoy en día, hay que producir más, para hacer frente a gastos mayores: La compra de más tierras, la moderna maquinaria, los abonos, los fertilizantes, el gasoil diario y las costosas reparaciones. No es suficiente con vender unas patatas o unos sacos de centeno o de legumbre los martes en la Plaza Vieja de Saldaña.
  -¿Te das cuenta que la agricultura de hoy, se parece poco a la que yo conocí?
  Ahora, cuando el mundo empresarial tiene problemas. La agricultura y la ganadería han comenzado a revivir y ser nuevamente valoradas.
  Perdona Pablito. Se me olvidaba decirte que nosotros tuvimos suerte con el tiempo.

  ¿Qué quieres decir con eso del tiempo?- (preguntó intrigado el muchacho).

  Mira. -De poco o nada sirve al labrador reventarse a trabajar, si el clima y los tiempos no son favorables.   
  ¿De qué sirve una buena sementera, si llega una helada, un pedrisco o una sequía a destiempo?
  Por eso el labrador está pendiente mañana y tarde mirando al cielo, a ver si ve las señales en el horizonte  que anuncien cambios para  sus  sembrados. Y si barrunta que van a ser perjudiciales, intenta salvar sus cosechas, si puede.
  -¡Ahora veo porque los abuelos como tú, sabéis si al día siguiente habrá nublado, viento o lluvia!

 (Dijo Pablito con cierta admiración).

  -¡Claro!  La experiencia de vivir muchos años me ha enseñado casi todo lo que sé.
  Y vosotros, los jóvenes debéis aprender, si queréis ser buenos labradores.
  Por eso te digo que has de saber leer en las dos caras de la moneda del labrador. A pesar de que Dios siempre nos protegía; teníamos fiestas de santos y rogativas para pedir al cielo favores para nuestros campos.
  Escucha. -Además de la fiesta mayor del día San Isidro (15 de mayo). Los labradores teníamos otras:
San Antonio Abad (17-enero)-protector de los animales domésticos.
San Marcos (25-marzo) –solícito para las lluvias de primavera.
Santa Bárbara (4-diciembre)- protectora de pedriscos y nublados y mineros.
San Pedro (29-junio), Santiago (25-julio) y San Miguel (29-noviembre)-días de ajustes de criados, agosteros y pastores.

(Así  hablaba el abuelo a su nieto que ese día escuchaba con  mucho interés)

  -Los labradores de antaño, sí que erais religiosos. (Dijo el muchacho)
  A lo que el abuelo respondió:
-Nos quedábamos tranquilos si nos sentíamos amparados por Dios y los Santos del cielo. “No labres el suelo, sin antes mirar al cielo” (se decía).
  Pablito: ¿Me sigues escuchando?
¿No me  has oído decir cosas, como estas?
·         En enero y febrero, hiela hasta en el puchero.
·         Si en enero flores, en mayo dolores.
·         Nieblas en marzo, heladas en mayo.
·         En verano lloverá, pero primero tronará.
·         No pase noviembre, sin que el labrador siembre.
·         Quien siembra temprano, ríe en invierno y llora en verano
·         No sabemos lo que vale el agua, hasta que se seca el pozo.
·         Buena es la nieve, que a su tiempo viene.

  Estos y muchos más, son los mandamientos del agricultor.
  No son más que refranes, querido nieto. Restos de la cultura y la experiencia popular. Adagios que debíamos conocer y tratar de aplicar sus enseñanzas.”

  (Después de un pequeño silencio; el abuelo que quiere aprovechar esta ocasión, continuó diciendo)
  -Mira, Pablito: Trabajando la tierra desde niño, de pobre no salí. Pero te puedo asegurar que hambre no pasé.
  Las familias de antaño, todos en casa, estábamos pendientes de los quehaceres del campo; especialmente en el verano. Era tiempo de recoger, antes de que una nube traicionera nos dejase sin el pan del  año.
  La madre era indispensable en todo tiempo, preparando las comidas y ayudando en las faenas si era necesario. Hasta los niños tenían tareas apropiadas a su edad: arrastrar, respigar, trillar, hasta cuidar las vacas al finalizar las faenas de la tarde; y a su debido tiempo, cuidar la viña de tordos y pardales.
  Como puedes apreciar, la familia se mantenía unida. Todos éramos necesarios, no sobraba nadie. Nos sentíamos responsables del trigo, centeno, legumbres y patatas recogidas ese año.
  Esta fue la lección del anciano Amador a su nieto en aquella ocasión. 
  Pablo nunca olvidará aquellas enseñanzas de su abuelo.
  Fue labor del abuelo en tierra primeriza y recién roturada.
  Su nieto, lo guardará hasta su vejez en la memoria. Y así continuar con la historia de labrador en la  zona de Saldaña.
A.de la F.M. (15-III-2013)