sábado, 24 de enero de 2015

El Invierno

A los que tenemos suficientes  primaveras, nos recordamos de los inviernos que hemos pasado. Entre ellos, con especial nostalgia, aquellos vividos en la niñez.
  Cada año, sin saber cuándo y porqué, llegan tiempos fríos,  amenazan con heladas y la llegada de la nieve. Es seguro que ni los más viejos sabían que el invierno era la estación que comienza en el solsticio del mismo nombre  y termina en el equinoccio de primavera.  Y creo, que mucho menos conocían, que el invierno  comenzaba el 21-22 de diciembre, hasta el 20-21 de marzo.
  Sabían muy bien lo que significaba vivir el invierno. Para hacer frente a sus rigores tenían preparada la leña en el leñero y las viandas para un buen puchero. Decían que al invierno se le combate con calorías por dentro y fuera del cuerpo.
  (Seguiré con el invierno con palabras y expresiones vulgares de aquellos  aldeanos sabios, a los que tengo  en mi recuerdo)
  Llegados  los finales de noviembre, miraban a los atardeceres, y contemplaban como los animales barruntaban cambios en el tiempo: Sabían que los arcoíris en esos días eran como  cintos de Dios que nos hacían arriciar. Y  por las mañanas (al observar en el cielo el Lucero Ratayeguas, las Siete Cabritas o las Tres Marías) la aurora pintaba las nubes de un color rojo pálido presagiando asperura, heladas y nieves. Si el ris de cierzo fresco y seco, se volvía para soplar fino de norte o de gallego; era señal que colgados en las veras de las cuadras los chupiteles pronto aparecerían, si por la noche había escarchas o llovía. En días tan diminutos, aparecían engaramas  pegadas a las ramas de los árboles si la friura se asociaba con nieblas duraderas. Las llovisnas de esos días calaban frías hasta adentro. Y castigaban nuestros cuerpos escasamente abrigados. Pero mientras era necesario, continuaba la vida como si tal no aconteciera. Las personas de entonces eran duras, ponían cara al tiempo por muy desapacible que fuera.
  Si la nieve hacía acto de presencia estábamos preparados. Claro que nos acordábamos del clima veraniego en el que rezábamos que se presentara el quitagalbanas dándo al cuerpo un respiro en medio de las canículas de Julio y agosto. La nieve nos retenía en casa haciendo poco o nada al calor de la hornacha. Solo los animales (vacas, cerdos, ovejas) nos preocupaban.
  El frío era el tema de nuestros saludos. La ropa de abrigo se hace imprescindible (zamarra, bragos, tapabocas y pasamontañas). Nos trae  recuerdos de tiempos pasados ya vividos.
  Los de edad avanzada saben que el calor en invierno es tan necesario como el comer,  para evitar catarros, gripes y neumonías que pueden hacer despertar otras enfermedades de imprevisibles consecuencias.
  Es frecuente oír que los inviernos de hoy, no son tan crudos como los vividos hace 60 años. Y por lo que recuerdo…, creo que alguna razón hay en ello.
  Han cambiado son las circunstancias. Aún no teníamos calentamientos  de la Tierra por el tan cacareado “Cambio climático” actual. La ropa de abrigo era escasa porque la economía familiar no permitía tener abrigos, jerséis y chaquetas del tiempo.
  La nieve suele hacer acto de presencia sin avisar. La verdad es que la naturaleza suele pregonar su llegada con señales muy distintas. Tardes de clima áspero. Puestas de sol con estratos rojizos y clima sosegado. Los animales lo barruntan: las ovejas no se sacian en los días precedentes. Las vacas en su descanso, se defienden de la dirección del temporal. Las aves huyen del lugar hacia bosques frondosos. Las liebres y conejos se guarecen en sus madrigueras.
  La nevada llega. No se conforma como una cellisca o nevisca, si no que permanece algún tiempo. Es de temer cuando es tormentosa y la capa de nieve llegará a cierta espesura cubriendo el suelo.
  ¡Qué bonito es ver nevar, si nos encontramos en casa junto al fogón! ¡Da gusto observar como caen los copos allá afuera, detrás de la ventana!
  No se nos escapa que al día siguiente necesitaríamos abrir senderos desde nuestra vivienda hasta la del vecino. Por ellos podríamos llegar hasta la iglesia,  a la escuela y a la casa del médico y a la del cura del pueblo. Ni que decir tiene que también abríamos senderos hasta las cuadras y pocilgas donde los domésticos esperaban pienso y acercarles agua diariamente.
  Antiguamente no necesitábamos consejos como: Evitar salir con el coche sin cadenas.  No olvidar el móvil. Jamás llamamos al teléfono  010  Y usar el que nos ofrece tráfico 902 11 20 88.     No había coches. Pero sabíamos muy bien que la nevada era y es peligrosa, pues borra señales que nos orientan bajo ella.
  Las campanas se oyen a distancia, aunque sea con sonido algo opaco porque la nieve absorbe suavemente sus ondas. Por eso con el blanco elemento, todo se cubre de paz y silencio.
   Los animales del campo se guarecen y tardarán en volver a sus correrías por el bosque. Del mismo modo, nosotros permanecemos en casa a la espera de comer un buen cocido con algo de carne  de cerdo o de oveja guardada en la despensa. El pan esperaba en el “escriño” desde la última cocedura.
  Se presentaban trabajos como remiendos de aperos u otros  que necesitaba tiempo libre,  difícil de tener en otro tiempo y se recibía la nieve como abono de pobres.
  En las largas noches de invierno, se rezaba el Rosario en familia y se asistía al hiladero. A Dios le pedíamos, que la enfermedad no nos visitase cuando hubiera nieve. Nos obligaría ir hasta Saldaña  (11 Km) para comprar las boticas recetadas por el médico.
                                                                                                                             A. de la F.M. (22-1-2015)
Vocabulario:
Barruntaban-presagiaban algo, (aquí)- el tiempo venidero.
Cinto de Dios-Arco iris.
Arriciar- Entumecerse por el frío.
El Lucero Ratayeguas-El planeta Venus
Las Siete Cabritas-(O la siete hermanitas). Son las pléyades (=las palomas) en la constelación de Tauro. Se ven en el hemisferio norte de octubre a enero.
Las Tres Marías-(o los 3 reyes). En la constelación de Orión. Se ven a media altura, hacia el sur en invierno.
Asperura- Tiempo desapacible tanto lluvioso como seco pero frío.
Cierzo-Viento septentrional
Gallego-Viento del noroeste.
Chupiteles- (=carámbanos) hielo pendiente de las canales de los tejados.
Engarama- Escarcha
Llovisnas- Llovizna. (Lluvias suaves)
Quitagalbanas- Figuradamente, se dice del cierzo o viento muy fresco que despereza. Niebla fría.
Canículas- Tiempo del año muy caluroso y sofocante. En Castilla suele estar en torno al 25 de julio.
Hornacha- Lugar de la casa presidida por la lumbre para calentar  o cocinar los alimentos
Cellisca- ( también decían cillisca)-Nieve fina acompañada de viento fuerte que no llega a cuajar.
Nevisca. Ventisca de nieve.
Escriño- Recipiente o canasta hecho con paja de centeno y piel de mimbres, con tapa.  El escriño se usaba para guardar alimentos, especialmente el pan.
Hiladero- primero era el lugar de las hilanderas. (para nosotros) Reunión de vecinos  para pasar las veladas en invierno. (en su día las mujeres tejedoras aprovecharían para sus faenas de hilanderas).

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